Por: Aldemar Racedo Miranda
En los inicios de la década de los 60 se comenzó a emplear el término problemas de aprendizaje para referirse a niños que presentaban dificultades para aprender, ocasionadas por trastornos cognoscitivos sensoriales o sociales.
La escolaridad se constituye para el niño en un proceso de socialización, siendo la escuela el centro más importante después del hogar; es allí donde se realizan cambios grandes a nivel individual, si tenemos en cuenta que el objetivo fundamental de la educación es la de formar por medio de procesos creativos que tiendan a la realización personal del niño.
Las características de personalidad del niño permiten inferir el desarrollo de su escolaridad y la manera cómo va a realizar el aprendizaje, por qué razón se inclina hacia unos fenómenos en la vida, o es indiferente hacia otros, qué es lo que le produce alegría, hacia donde dirige sus pensamientos y sus deseos.
Las fallas en otros sistemas del organismo disminuyen el aporte de glucosa y oxígeno, principales nutrientes del cerebro, provocando alteraciones en el aprendizaje.
De otra parte se puede señalar que los trastornos del aprendizaje son diagnosticados cuando el paciente es sometido a una prueba en forma individual de lectura, matemáticas o escritura.
También es posible la presencia de desmoralización, baja autoestima y déficit en habilidades sociales, asociados con trastornos del aprendizaje.
El tratamiento de los trastornos del aprendizaje debe ir dirigido hacia un enfoque integrador del niño, la escuela y su familia, además de la corrección de problemas médicos presentes.
El enfoque de las dificultades debe abarcar una integración del niño con su familia específicamente, además de la comunidad y el entorno escolar, comprometiendo en el proceso de educación regular a los maestros, quienes a su vez retroalimentan a la familia y terapeuta con los progresos percibidos a partir de la implantación del programa de terapias y atención psicológica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario