domingo, 24 de octubre de 2010

DORMIR BIEN, PARA APRENDER MEJOR

Una investigación realizada en una high school (secundaria) de Estados Unidos demostró que atrasar media hora el ingreso a las aulas (de 7.30 a 8, por ejemplo) repercutiría favorablemente en el rendimiento y estado de ánimo de los alumnos. Especialistas locales adhieren, pero dicen que sería muy difícil de aplicar en nuestro país.

Una investigación piloto desarrollada en una pequeña escuela secundaria de Rhode Island, Estados Unidos, demostró, en los hechos, algo que los expertos han asegurado en los papeles.
Específicamente, demuestra que ingresar a la escuela a las 8, en lugar de a las 7.30, repercutiría favorablemente en la atención, la concentración, el estado de ánimo y la salud de los alumnos.
El trabajo fue publicado por los "Archivos de Pediatría y Medicina Adolescente".
"Numerosas investigaciones demuestran que el período óptimo de sueño para un adolescente es de 9 horas y 15 minutos", explicó la autora del estudio, Judith Owens, médica especializada en trastornos del sueño del Hasbro Children Hospital, división pediátrica del Rhode Island Hospital.
Puntualizó que si la mayoría de los adolescentes tienen dificultades para irse a la cama antes de las 23, el momento ideal para despertarse es las 7.30.
Se advierte que, entre los adolescentes, existe una crónica privación de sueño.
"La falta de horas de sueño suficientes es un problema muy serio en nuestra sociedad y en los chicos y adolescentes es particularmente crítico", explica el doctor Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio de Sueño del Instituto Argentino de Investigación Neurológica.
En la práctica, es muy difícil que un adolescente duerma las 9 o 10 horas que necesita y eso repercute significativamente en procesos necesarios para su maduración y desarrollo intelectual.
La investigación estadounidense consistió en un ensayo piloto en una pequeña escuela de Rhode Island, que involucró a poco más de 200 estudiantes de nivel medio.
Todos ellos accedieron a participar y tuvieron el visto bueno de sus padres, para ingresar a la escuela media hora más tarde de lo habitual.
Para no alterar el horario de salida, se realizaron pequeños cambios en el organigrama de clases.
Los estudiantes respondieron a la encuesta de hábitos de sueño (sleep habits survey ), que evalúa las conductas típicas del sueño y el despertar, incluidas escalas para medir la somnolencia diurna, las dificultades cuando suena el despertador, los problemas de conducta y el estado de ánimo.
Se tomó la encuesta antes del nuevo horario de ingreso escolar y después de instalada la medida.
Los resultados fueron alentadores: en primer lugar, más de la mitad de los estudiantes dormían, en promedio, 45 minutos más que antes del atraso en la hora de inicio.
Antes del cambio de horario, un 69 por ciento admitía sentir que no había dormido lo suficiente y un 37 por ciento decía que nunca estaba satisfecho con el lapso dormido.
Luego, esos porcentajes se redujeron al 34 y el 9 por ciento, respectivamente.
También disminuyeron el 56 por ciento los pedidos de autorización de ausencias por razones de salud.
Se redujeron las inasistencias y las llegadas tarde el 36 por ciento.
Si bien una minoría de estudiantes (sólo el 11 por ciento) dijo dormir más de las 9 horas recomendadas, disminuyó el 80 por ciento la cantidad de quienes dormían menos de 7, y eso, según los autores, repercutió en menor somnolencia diurna y más motivación para participar y estar atentos.

Dormir para aprender.

La falta de "rapidez" cognitiva en las primeras horas de la mañana había sido analizada en un estudio aparecido, en junio de 2005, en la revista "Pediatrics".
El horario de inicio de la escuela media, indicó esa investigación, contribuía a la falta de sueño de los adolescentes, que "funcionan" mejor más tarde.
Por caso, pruebas de atención, memoria y concentración tenían mejores resultados más cerca del mediodía que a primera hora de la mañana y también eran mejores inmediatamente después del receso escolar de verano que durante el año lectivo.
A juicio del doctor Daniel Pérez Chada, jefe de Medicina del Sueño del Hospital Universitario Actual, eso tiene un correlato fisiológico.
Es que los niños y adolescentes tienen su pico de melatonina, la hormona inductora del sueño, unas horas más tarde que los adultos y, por consiguiente, los niveles de esa hormona, en la mañana, disminuyen más tarde.
"El problema es la transformación de este patrón fisiológico en las graves distorsiones de los hábitos de sueño de nuestras sociedades", explica.
Los adultos necesitamos dormir 8 horas y los chicos 9 o 10.
De todas formas, todos tenemos un fenómeno de sobreadaptación a la sociedad de 24 horas, de prolongar artificialmente el día y eso genera una pérdida del 25 por ciento de las horas de sueño respecto de lo que dormíamos 40 años atrás: el pico de rating de La Familia Falcón era a las 21.20...
"Los horarios laborales extendidos y el prime time de la TV han arrastrado a gran parte de la sociedad a acostarse más tarde", reflexiona Nogueira.
Y el tránsito cada día más complicado nos obliga a salir progresivamente más temprano.
El resultado es que nos dormimos más tarde y tenemos que levantarnos antes.
Ambos especialistas consideran que sería beneficioso atrasar el horario de ingreso a la escuela secundaria, "pero eso puede implementarse en un modelo de sociedad donde los profesores trabajan en un solo colegio o los alumnos viven cerca o van en sus propios automóviles", reflexiona el doctor Pérez Chada.
Acá, los docentes están atomizados, aun aquellos que trabajan en escuelas particulares, y los chicos, a veces, tienen una distancia importante que recorrer en un transporte público o escolar hacia la escuela.
Habría que hacer cambios logísticos muy importantes.
Más que un cambio de horario, dijo Nogueira, "creo que habría que insistir con el cambio de hábitos", coincidiendo en la dificultad de imitar modelos sugeridos desde el hemisferio Norte.
De todas formas, advierte que el problema existe, aunque no muchos toman conciencia y no se hace nada concreto para cambiarlo.
Y asegura que, en algún momento, habría que poner en marcha alguna clase de intervención.
"No veo mal el intento de replicar estudios como este en nuestras escuelas o dar más difusión a esta clase de iniciativas", asegura.

Los niños y adolescentes tienen su pico de melatonina, la hormona inductora del sueño, unas horas más tarde que los adultos y, por consiguiente, los niveles de esa hormona, en la mañana, disminuyen más tarde.

Hábitos sanos


Estas son algunas medidas (por difíciles que parezcan) que pueden ayudar a dormir más y mejor:

1. Quitar de la habitación la televisión, la play station, el equipo de música y la computadora.

2. Usar la cama para dormir (no para comer o mirar la tele), porque el cerebro la asociará más con estos hábitos que con el sueño.

3. No tomar café, té, bebidas cola u otras sustancias estimulantes después de las 18.

4. Relajarse con lectura, un buen baño, un rato de televisión (pero no en la habitación y nada de temáticas violentas). El chat, el celular y los videojuegos, antes de dormir, no favorecen el sueño.

5. Seguir una rutina de horarios facilita el dormir bien. Nueve es el número óptimo de horas de sueño.

http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/24/10/2010/aao132.html

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