domingo, 24 de abril de 2011

Acompañar en la reinserción social

La función del acompañante terapéutico es contener y ayudar al paciente psiquiátrico a reconectarse con su entorno social.



Crean puentes entre el aislamiento y el encuentro con los otros, entre la dependencia y el camino hacia la autonomía; puentes que ayudan a las personas con padecimiento psiquiátrico a restablecer el vínculo con el entorno social del que se habían alejado.
Gracias a esta función de reconexión, los acompañantes terapéuticos funcionan como auxiliares del dispositivo de salud desplegado por psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales.
"El terapeuta ve al paciente una hora, pero los auxiliares terapéuticos multiplican este tiempo, participan en la interacción familiar y en distintas actividades en las que intervienen con un rol terapéutico, pero con una distancia distinta de la asimetría propia de la relación del médico o el psicólogo con el paciente", comenta el médico psiquiatra Guillermo Belaga, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Central de San Isidro.
Cumplen un rol de sostén fuera del espacio terapéutico con aquellos pacientes que presentan dificultades para enfrentarse, con recursos psíquicos limitados, a su propio sufrimiento psíquico y a un medio social que suele ser hostil y estigmatizador. Participan en la vida cotidiana del paciente, a quien escuchan, contienen y ayudan a reconstruir vínculos que no siempre están enteros.
La estrategia de acompañamiento se construye artesanalmente, para cada paciente, según su diagnóstico, sus imposibilidades y las dificultades de su red familiar y social. "El trabajo del acompañante terapéutico se inscribe donde las redes propias del paciente fallan. Si hubiera amigos y familiares que se hicieran cargo probablemente no sería necesario acompañar", dice Belaga.
Y relata el caso de un paciente que había recibido el alta psiquiátrica y estaba en condiciones de retomar sus estudios, pero no se animaba a viajar solo. O la situación de una paciente con una fobia severa, por la cual no podía permanecer sola en la casa porque sentía una angustia discapacitante. En ambos casos, la sola presencia del AT fue suficiente para calmar el síntoma y rehabilitar para la acción.

Reconocimiento
Los acompañantes terapéuticos no cuentan aún con matrícula profesional y son instituciones privadas las encargadas de la formación, como el Instituto de Neurociencias de Buenos Aires (Ineba). Mediante un convenio, el Hospital Central de San Isidro recibe a los egresados de la carrera de acompañante terapéutico de Ineba para que realicen sus prácticas iniciales ad honórem.
La propuesta se enmarca indirectamente dentro de la ley nacional de salud mental, sancionada el año pasado, que concibe la internación psiquiátrica como último recurso. A fin de suplantar la alternativa extrema del encierro, promueve la atención en salud mental por parte de un equipo interdisciplinario integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente, en el que incluye las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes.
La filosofía del servicio consiste en ofrecer un tratamiento integral que prevenga internaciones, posibilite las externaciones y, cuando éstas se producen, facilite la reinserción social efectiva. Por eso, incluye en su equipo de salud a los trabajadores sociales, cuya misión se extiende al exterior.
"Los trabajadores sociales conocen la dinámica y los recursos comunitarios; saben qué timbres tocar para la resolución de numerosos problemas, temas que los psiquiatras y psicólogos, por más sensibilidad social que tengan, no pueden abarcar", reconoce Belaga.
"Nosotros no inventamos nada nuevo, pero retomamos la tradición de la comunidad terapéutica que nació en los años 60 y 70 con la propuesta de la desmanicomialización", dice el psiquiatra.

Reinserción activa
El modelo de esta propuesta es el proyecto iniciado por Franco Basaglia en Italia, que estimula y facilita la incorporación de los pacientes psiquiátricos en actividades sociales subvencionadas y actividades laborales que ayudan a la reinserción activa de cada paciente.
Claro que los recursos que invierte Italia distan de los invertidos por la Argentina, donde uno de los grandes problemas es la fragmentación de esfuerzos y la falta de reconocimiento económico a sus trabajadores de salud mental. Los psicólogos que trabajan en el ámbito público, en su mayoría, lo hacen de forma gratuita.
En la Municipalidad de San Isidro, según explica el doctor Belaga, cada centro de salud comunitaria cuenta con uno o dos psicólogos rentados y otros diez que cumplen sus funciones ad honórem. Y en el hospital, solamente el 40% tiene una renta.
Psicólogos y acompañantes terapéuticos en funciones calificadas, a la espera de reconocimiento en el contexto de una reforma nacional del sistema de protección de la salud mental.

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viernes, 8 de abril de 2011

El entorno del aula puede afectar a la salud mental infantil

Un estudio demuestra la importancia que tienen, para el bienestar del niño, el trato y el ambiente de las clases

Los niños que asisten a clases en las que no hay recursos materiales suficientes o en las que los profesores no se sienten respetados o apoyados por sus propios compañeros presentan más problemas de salud mental que los estudiantes que no se enfrentan a estas situaciones. Esto es lo que ha revelado un estudio estadounidense realizado con una muestra de 10.700 niños de primer curso de primaria. Según las autoras de la investigación, los resultados obtenidos sugieren que la calidad de la enseñanza no sólo debe medirse por los resultados académicos, sino también por el grado de bienestar de los niños.

Por Yaiza Martínez.

Foto: woodleywonderworks. Fuente: Flickr.com

Los niños que asisten a clases en las que no hay recursos materiales suficientes o en las que los profesores no se sienten respetados por sus propios compañeros presentan más problemas de salud mental que los estudiantes que no se enfrentan a estas situaciones.

Esto es lo que ha revelado un estudio reciente realizado por dos investigadores de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, y cuyos resultados han aparecido publicados en el Journal of Health and Social Behavior.

En un comunicado emitido por la American Sociological Association (ASA), la directora de la presente investigación, la sociólogo Melissa A. Milkie, explica que los sociólogos y otros investigadores dedican mucho tiempo a analizar cómo los entornos laborales están relacionados con la salud mental de los adultos.

Más allá de los resultados académicos

Asimismo, los especialistas suelen evaluar factores como el nivel de pobreza, la familia o los barrios en los que viven los niños para tratar de buscar el origen de sus problemas.

Sin embargo, la relación entre el bienestar infantil y la escuela normalmente se desatiende, a pesar de que ésta tiene una presencia fundamental en la vida de los niños. El presente estudio “demuestra que el entorno de la clase realmente afecta a la salud mental de los pequeños”, afirma Milkie.

Milkie, que ha trabajado en colaboración con otra sociólogo de la Universidad de Maryland llamada Catharine H. Warner, señala, por otra parte, que los políticos y legisladores suelen medir la calidad de la enseñanza y la efectividad del profesorado en términos de resultados académicos, como las notas de los exámenes.

Sin embargo, el presente estudio demuestra que la escuela y los maestros también impactan en otro aspecto de la vida infantil: la salud mental. Por tanto, este aspecto debería ser considerado igualmente, a la hora de establecer el nivel de calidad de la enseñanza.

Características del estudio

La investigación de Milkie y Warner versó sobre una muestra de 10.700 niños estadounidenses de primer curso de primaria. En el desarrollo del estudio, se realizaron entrevistas tanto a los padres como a los profesores de los niños.

Además, las investigadoras consideraron cuatro aspectos de la psicología de los pequeños, en relación con el entorno de sus clases: el aprendizaje (por ejemplo, la capacidad de atención), los problemas exteriorizados (como la tendencia a pelearse), el comportamiento interpersonal (por ejemplo, la habilidad para hacer amistades) y los problemas interiores (entre ellos, la ansiedad o la tristeza).

De esta forma, se constató que los niños que asistían a clases en las que había escasos recursos materiales y los niños cuyos maestros sentían que sus compañeros no los respetaban mostraban un grado de salud mental más bajo, en los cuatro aspectos antes mencionados.

Los recursos materiales a los que se refiere el estudio van desde los más básicos, como papel o lápices, hasta elementos como el mobiliario adaptado a los niños, los ordenadores o los instrumentos musicales, entre otros.

La importancia de un buen ambiente

Según Milkie, estar en una clase sin recursos materiales impacta en la salud mental de los niños porque hace que éstos se sientan frustrados y descorazonados por su entorno. Además, esta carencia también afecta a los profesores, que se muestran desalentados y ariscos porque no pueden hacer su labor adecuadamente, debido a la falta de medios, algunos esenciales para la educación.

En cuanto a la falta de respeto hacia los profesores por parte de sus propios compañeros, Milkie sugiere que este elemento propicia un efecto adverso en los estudiantes: “A los profesores, el apoyo y el estímulo de sus compañeros les ayuda a crear un ambiente en la clase que hace que los niños prosperen”, afirma la investigadora.

“Si los profesores se sienten estresados porque no consiguen lo que necesitan de sus compañeros, este estrés acaba trasladándose a los niños”, explica Milkie.

Otros aspectos de la clase que se comprobó afectaban a la salud mental de los niños analizados fueron los siguientes: unos estándares académicos bajos, el exceso de trabajo administrativo, los comportamientos alborotadores, y un nivel bajo de capacidades en los compañeros.

Aunque el presente estudio se centró sólo en niños de primer curso, Milkie cree que resultados similares podrían encontrarse en niños mayores.

Identifican circuitos del lenguaje

Hallan que, cuando se procesan conceptos, uno de los hemisferios actuaría como una especie de backup del otro.

Nora Bär
LA NACION

Seguramente, una de las capacidades más fascinantes del cerebro humano es construir conceptos. Es lo que nos permite comprender que tanto el ovejero como el cocker spaniel o el caniche son todos "perros", o que no importa si es ancha o fina, de madera, de caucho o de metal, una rueda siempre es una rueda.
Hace 25 o 30 años, se creía que, dado que esta facultad es tan vital para nuestra supervivencia, debía involucrar al cerebro en su totalidad y no a una arquitectura neural específica. Pero un trabajo que acaba de publicar la revista Brain demuestra lo contrario y prueba que, a pesar de que tradicionalmente se vincula el lenguaje con áreas del lóbulo temporal izquierdo, en el procesamiento de los conceptos participan regiones de ambos hemisferios, y una actúa como una suerte de backup de la otra.
Todo esto surge de un trabajo de investigación en pacientes con una forma de demencia que los científicos conocen como "semántica", un trastorno neurodegenerativo caracterizado por la pérdida gradual de un tipo de memoria que impide entender palabras, y asociar fotografías u objetos semánticamente relacionados.
Estudios de las últimas dos décadas habían mostrado que quienes padecen este tipo de demencia, frecuentemente confundida con el mal de Alzheimer, presentan atrofia de los lóbulos temporales del cerebro. Precisamente, en el trabajo que acaba de publicarse, el director del Instituto de Neurociencias Cognitivas y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, Facundo Manes, el profesor Matthew Lambon Ralph, director de la Unidad de Neurociencias e Investigación en Afasia de la Facultad de Psicología de la Universidad de Manchester, y las doctoras Karalyn Patterson, de la Universidad de Cambridge, y Lisa Cipolotti, de la de Palermo, Italia, pudieron determinar que para que se manifiesten los síntomas característicos es necesario que estén dañados ambos lóbulos.
"¿Cuál es la capital de Francia? ¿Para qué sirve un lápiz? ¿Qué tienen en común un canario y una gaviota? Preguntas como éstas requieren un tipo de información que se caracteriza por no estar asociada con un tiempo y un espacio en particular: la memoria semántica -dice Manes-. Los pacientes con demencia semántica suelen tener atrofia en regiones particulares de los lóbulos temporales a ambos lados del cerebro. Por esto mismo, constituye una patología modelo para estudiar las redes que alimentan una función central para nuestra vida cotidiana. En este estudio, analizamos a 20 pacientes que tenían daño en un solo lado del cerebro y encontramos que esta memoria estaba conservada en todos, lo que sugiere que las alteraciones graves sólo se expresan cuando se ven afectadas las redes tanto izquierdas como derechas."
Sonido y significado
En un artículo publicado anteriormente por la Revista Argentina de Neuropsicología , Patterson presenta algunos ejemplos que pueden dar una idea de lo que les sucede a las personas que padecen este trastorno.
En uno, cuando se le pregunta a un paciente qué tipo de trabajo hizo, no puede verbalizar que era contador. En lugar de eso dice: "Me gusta hacerlo; diez, por veinte, por cincuenta". En otro, se le muestran imágenes de un cerdo, una cabra y una oveja, pero siempre responde "perro".
Según Lambon Ralph, está muy bien establecido que las regiones del cerebro izquierdo son más importantes que las del derecho para el lenguaje. "Es probablemente por esto por lo que quienes sufren déficit crónico después de un stroke [accidente cerebrovascular] son los que tienen daño en el hemisferio izquierdo -aclara-. Sin embarto, esto no quiere decir que sólo esas regiones contribuyan al lenguaje. Con la llegada de las neuroimágenes funcionales quedó en claro que intervienen ambos lados, aunque el izquierdo es más importante."
Otro de los aspectos que ilustra este trabajo es que existen redes neuronales diferentes para procesar el sonido y el significado/concepto de las palabras.
"La codificación de la estructura de sonido de las palabras la realizan regiones diferentes de las que intervienen en los significados o conceptos -dice el científico-. Uno encuentra pacientes que tienen problemas con uno y no con los otros, dependiendo de la ubicación de su daño cerebral. Por supuesto, la función del lenguaje requiere de ambas regiones. Por ejemplo, para hablar, empezamos con el significado y luego el cerebro tiene que traducir esto en estructuras de sonido articuladas. Después, el oyente tiene que convertir estos datos acústicos en significado."
Centro de distribución
Para los investigadores, pareciera que los conceptos están codificados por una red de regiones de la corteza cerebral coordinadas por un "centro distribuidor" ( hub , en inglés), radicado en el lóbulo temporal anterior. Cada una de esas regiones tiene millones de neuronas que trabajan juntas para codificar y reactivar cada concepto cuando lo necesitamos; es decir, para entender, hablar y comunicarnos.
"Nuestra hipótesis es que las regiones derechas e izquierdas trabajan en conjunto para dar respaldo a la información conceptual -dice Lambon Ralph-. Podría entenderse como que las regiones de un hemisferio actúan de backup del otro , del mismo modo que en un disco de computadora; o como [si el cerebro fuera] un vehículo híbrido (con diferentes tipos de fuentes de energía). En ambos casos, la doble memoria/motor le ofrece al sistema una capacidad de procesamiento redundante. Puede trabajar más duramente (por ejemplo, en conceptos difíciles o en información que es presentada rápidamente) y también tiene capacidad extra para el caso de que uno de los lóbulos se dañe, porque todavía tendrá suficiente capacidad en el otro para mantener un nivel básico de comprensión. La naturaleza hizo un buen diseño, porque entender el mundo que nos rodea y ser capaces de comunicarnos es una facultad crucial para nuestras vidas."