Se presentó días atrás en nuestra ciudad un nuevo tratamiento que
permite revertir el cuadro. Los chicos que siguieron este procedimiento
lograron “encontrarse con el mundo exterior” e insertarse socialmente
El
autismo es un espectro de trastornos caracterizados por graves déficits
del desarrollo que afectan el sueño, la alimentación, la socialización,
la reciprocidad emocional y la imaginación. De acuerdo con la Fundación
Linca Argentina existe en Mar del Plata un caso cada 200 personas, lo
que posiciona a la ciudad entre las más afectadas del país por esta
enfermedad, a la que los integrantes de la entidad definen como
“tratable y recuperable”, aunque reconocen que “no tiene cura”. Sin
embargo, días atrás presentaron un novedoso tratamiento de origen
extranjero que le permite a los chicos con esta condición desintoxicar
su cuerpo, “encontrarse con el mundo exterior” e insertarse socialmente
como cualquier otro individuo.
Natalia Russo y Sergio Rivero son
los referentes locales de la Liga de Intervención Nutricional Contra el
Autismo (Linca). Ambos tienen hijos con este tipo de trastornos del
desarrollo y organizaron días atrás en el Centro Social Libanés de Mar
del Plata una conferencia -a cargo del psicólogo y presidente de la
Fundación, Carlos Alberto Cilento Pintos- para difundir este nuevo
tratamiento que, según reconocieron, ya ha tenido “excelentes
resultados”.
En diálogo con El Atlántico, los
padres explicaron en qué consiste el procedimiento y relataron incluso
sus experiencias personales. “En mi caso particular soy papá de Facundo,
de siete años. Tenía a los cuatro años y medio diagnosticado autismo
severo. Hoy por hoy está asistiendo a un colegio común y corriente sin
ningún tipo de terapia conductual o de integración. Está totalmente
desarrollado en un grupo social normal”, indicó Sergio.
Desde
Linca Argentina advierten que el tratamiento “está muy poco difundido y
aplicado” en nuestro país”. ¿De qué se trata? En términos generales
consiste en “modificar la alimentación”. ¿Cómo? El primer paso consiste
en suprimir las dos proteínas (caseína y gluten) que, para los chicos
con esta condición, es nocivo para su digestión.
“Estas proteínas
se transforman en sustancias opiáceas y empiezan a tener trastornos de
sueño, de alimentación y de conducta. Así pierden la sensibilidad al
calor y al dolor. Pero de acuerdo con el tratamiento, se sacan las
sustancias que están contaminando al chico y ahí puede empezar a
encontrarse con el mundo exterior”, subrayaron.
Natalia, a su
turno, aseguró que el caso de su hijo “es más severo”. “Mi nene está
contaminado con metales pesados y ya es un caso más complicado, porque
los metales hicieron daño muscular. Tiene más de diez metales pesados en
su organismo. Es difícil vivir sin químicos en esta ciudad. Nosotros,
por la condición de mi hijo, tenemos que consumir agua purificada, lavar
sin químicos, cocinar con comida orgánica y ese es todo un desafío que
tenemos como papás”, manifestó.
De acuerdo con los referentes
locales de Linca Argentina, al aplicar el tratamiento “el cambio es
total”. En algunos casos los avances se perciben en unas pocas semanas.
En otros de mayor complejidad, puede demorar más tiempo. “Corrigiendo
estas cuestiones del matebolismo, el chico puede llegar a reinsertarse,
siempre y cuando se aborde el problema de manera temprana y efectiva”,
destacaron y luego aclararon que “además de modificar la alimentación
hay que hacerle un seguimiento al chico y suplementar todo lo que
durante esos años no recibió”.
Así, los problemas de interacción social, de reciprocidad emocional y de comunicación, pueden ir revirtiéndose poco a poco.
“No
hablamos de que el autismo se cure, pero sí decimos que se recupera”,
aseveró Sergio al tiempo que añadió: “Pero en muchos casos, con este
tratamiento, abandonan el cuadro de lo que se denomina espectro autista.
Mi hijo pasó de un autismo severo a no tener ninguna de las patologías
que entran dentro del espectro autista que pueden ser trastornos en el
sueño o de hiperactividad”. “Para la medicina tradicional, mi hijo ya no
es más autista”, remarcó.
Lamentablemente, éstos no son los
únicos casos en Mar del Plata. De hecho, los representantes de la
Fundación Linca aseguran que “la ciudad está entre las que más casos de
autismo presentan en el país”. “No hay estadísticas certeras o
recientes, pero se habla de un caso cada 200 chicos, con trastornos
autistas”, alertaron.
“Habría que investigar por qué hay tantos
casos en Mar del Plata. Pero nos llama la atención la cantidad de casos
que hay en la ciudad. Sabemos que hay un porcentaje alto de
contaminación de metales pesados en el agua”, completaron.
Finalmente,
Sergio y Natalia destacaron la necesidad de “difundir este tratamiento
que en nuestros hijos funcionó y que funciona en muchísimos chicos”.
Tras destacar que “hay desconocimiento sobre este tema en la medicina
argentina”, los referentes marplatenses de la Fundación expresaron: “Le
queremos decir a los papás que se puede. No es fácil, lleva trabajo,
tiempo, pero juntos por la recuperación de nuestros hijos, es posible.
El autismo es tratable y recuperable”.
Obstáculos para enviar muestras biológicas
Los
únicos dos laboratorios en el mundo que se especializan en el estudio
de muestras biológicas de chicos autistas, se encuentran en Estados
Unidos. Sin embargo, actualmente existen ciertos impedimentos para
enviar estos estudios y los padres se ven obligados a reemplazar el
“análisis clínico” por una “observación clínica”.
“Uno de nuestros
objetivos es poder enviar muestras biológicas para poder aplicar el
tratamiento exacto a nuestros chicos. Hoy por hoy hacemos un tratamiento
por observación clínica y no por análisis clínico”, explicó Sergio
Rivero, de la Fundación Linca Argentina.
En esa misma línea,
aseguró que la entidad reclama la posibilidad de poder enviar estas
muestras. “Por ahora nuestra gran traba es enviar estas muestras
biológicas y lo que nos interesa es que la Salud pública municipal,
provincial y nacional nos abra una ventana para seguir el tratamiento”,
insistió.
Por último, su par Natalia Russo destacó: “Necesitamos
que a los chicos se los pueda evaluar de una manera biológica y clínica,
y no solamente psicológica, porque hay muchísimos chicos que comparten
síntomas físicos, pero los pediatras o los neurólogos no hacen análisis
clínicos en estos casos. Esto tiene que cambiar”.
www.diarioelatlantico.com 26/09/11